28.7.11

DEMENCIA FINAL

Déjame verte mientras duermes, mi amor. Déjame contemplar tu rostro reflejando tus sensibles sueños, tan parecidos a los míos. Eres hermoso.

No creo que te des cuenta lo que intento contigo, no creo que te distraigas ahora.

Déjame entrar a ese mundo alternativo donde te precipitas como una ligera llovizna sobre el cobertizo negro azabache, derritiendo tu orgullo. Ese orgullo que tanto me ha lastimado.

Recuerdo las veces que hemos sido felices realmente. Fue lo que nos motivó a continuar juntos mientras el resto del universo seguía funcionando. Nunca ha existido nadie más que nosotros. Ahora estás descansando de todo ese lujurioso y empalagoso paraje.

Deseo acariciarte, así… estás frío, mi amor. No te preocupes, yo te rodearé con mis brazos, traeré tu rostro hacia mi pecho. Te cantaré una canción para que vueles lo más alto posible, para que llegues donde siempre has querido llegar; y tu mente viaje lejos. Me encanta verte así, durmiendo en mi regazo, cubierto de terciopelo, el cual se confunde con las sombras de la habitación.

¿Por dónde andarás ahora?

Te mezo, con el objetivo de lograr ir al ritmo de tu sueño más profundo. Tienes el poder de transmitirme tanta paz; goza de tu nueva realidad, mi amor.

Déjame admirarte por el resto de mi vida, como lo hago ahora. Fuimos tan felices con nosotros mismos. El final estaba tan cerca que no nos detuvimos a darnos cuenta. He cumplido la promesa que te mencioné alguna vez. ¿Recuerdas?

Te dí lo que siempre has pedido a Dios: tu filosa y plateada droga, que se convirtió en el último suspiro. La que derramó desde tu interior, de una vez y por todas, la tinta de todas las cartas escritas, la tinta del color de la pasión.

Mi mirada despiadada se posa sobre ti, te observa como mi victima, mi único amor.

A mi lado una daga testigo de mi vesania empapada del sudor de tus entrañas. Ahora es mi turno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario