28.7.11

OCTAVIO

Octavio, nunca creíste que iba a terminar de ésta manera. Escribiéndote desde un lugar que no sé donde queda y me paso las horas preguntándome: ¿por qué no lo he sabido antes?

Es tan fácil de adivinar hasta donde llegaremos en nuestra vida. Es tan simple desentrañar, desde aquí, el misterio por el cual tantas personas crearon falacias en el mundo.

Eres mi amigo, deseo que sepas lo que significa estar encerrado entre algarrobo grueso y pesado.

No logré imaginarme qué cara pondrías ese día. Creía fantástica la idea de llevarte conmigo a ver qué nos deparaba el maldito destino. Nos creímos superiores, Octavio, que estúpidos. Aquí no hay mas que penumbras como lo fue antes de llegar hasta éste pequeño lugar. No puedo moverme mucho dentro de éste cofre; me siento solo y tengo un ligero temor.

El maravilloso paraíso que esperamos una vez, se ríe de nosotros. Me he enterado que lo inventó un hombre que temía al igual que yo en éste momento; creó esperanzas repugnantes para esconder el vacío que hoy vivo yo. No hay luces, Octavio, nos han mentido.

Me sonrojo al pensar en las palabras que no te he dicho, pero que algún día compartiremos cuando vengas a vivir conmigo. Estarás en otra celda de madera pero como podamos, nos comunicaremos. Por lo pronto, espero que la siguiente epístola llegue a tus manos como sea.

No te molesto más. Sigue con tu vida porque aquí no te pierdes de nada. Yo continuaré descansando, por fin, de las intensas preocupaciones diarias que hoy a ti te aquejan.

Temo, pero me consuelo sabiendo que vendrás algún día a verme. No me traigas flores, tráeme una sonrisa, por más que no pueda verla sé que significará: “nos mintieron amigo, siempre nos mintieron”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario