29.7.11

A QUIEN ME TRAJO AL MUNDO

Parezco hundirme en una barca que lleva mi nombre. Conservo para mis adentros la tolerancia de enterrar mi “superyó” en una estrecha porción de mi corazón, como un acto de masacre y de negar la modestia de mis pensamientos que no corresponde con el lugar donde me han traído.

Observo toda clase de muchedumbre amontonada como matorrales de primavera, cursis, persiguiendo objetivos difusos y absurdos.

Observo todo desde una perspectiva ajena a mi realidad, ese punto de vista exhausto de ver fracasar una armoniosa parte de mí que no debería liberar.

¡Qué mundo particularmente feliz!

Me diferencio con gran naturalidad, por mi comportamiento exclusivo para ciertos pares. Todos nos miramos entre nosotros sin comprender. Realmente no mostramos lo que somos, recaemos en la manipulación forzada, a las críticas usuales y al prejuicio diario. Eso es lo que somos. Nada de lo que nosotros mismos creemos ser….¿así debería funcionar?

Precavido, concedo sospechas de ser amable, confundo ciertas emociones con el fin de pertenecer, incluso no queriendo ser parte de éste universo extraño.

Es necesaria, desgraciadamente esa funcionalidad macabra, ya respondí la pregunta.

¿Soy culpable de la mayoría de las cosas que me rodean, que me suceden o soy una simple víctima de ello?

Alguien, que no incluye a mis propios padres, me ha dejado abandonada en un mundo que no comprendo aun y decaigo bajo las miradas de los demás. Me obligó a esconder lo que todos esconden, llamémoslo “Eso”, lo que no conviene mostrar por miedo a no cooperar con el destino.

“Eso” es la verdadera defensa del hombre contra la realidad, nadie intenta aceptarlo. Alguien, quien me trajo al mundo, me obligó a callarlo, pero no dejo de serlo.

Una mueca recorre mis labios, porque sabe que “Eso” está en éste relato, mira de reojo al viento y agacha la cabeza.

Agradezco sostener “Eso”, pero no goza de libertad. Por ende yo tampoco.

Discúlpenme si los lastimo con palabras sinceras, si intento imponer el poco cerebro que me queda y doy auxilio a mi personalidad con un grito desgarrador. Pareciera que solo me sucede a mí, aunque seguramente no sea así.

Transmito mis más cálidos deseos de destrucción a quien corresponda.

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